José
de la Cruz Porfirio Díaz Mori nacido en Oaxaca el 15 de septiembre de 1830.
Hijo de José Faustino Díaz Orozco y María Petrona Mori Cortés. Su padre murió por
cólera cuando él tenía 3 años de edad. Estudió durante cinco años en el Seminario
oaxaqueño y en 1843 ingresó al Instituto de Ciencias y Artes a la carrera de
Leyes. Trabajó como zapatero y carpintero, poco después llegó a trabajar en el
instituto donde estudió derecho como bibliotecario.
En 1855
se produjo la revolución de Ayutla, en
la que tomó las armas, uniéndose en la mixteca al general José María Herrera. Así inició su carrera militar, el 22 de diciembre de 1856
era capitán de infantería de la Guardia
Nacional. Participó en tres guerras: la Guerra Mexicano-estadounidense (1846-1848); la guerra civil (1858-1860) entre liberales y
conservadores, llamada Guerra de la Reforma, en la que apoyó la causa liberal de Benito Juárez y la guerra patriótica (1863-1867) contra Maximiliano I, archiduque de Austria y emperador de México.
No alcanzó la presidencia de México frente a Juárez en 1867, ni tampoco
en 1871. Después de cada derrota encabezó infructuosas rebeliones militares, mediante las que
pretendía alcanzar el poder. En el año 1876 protagonizó una prolongada serie de
acciones militares y derrocó al presidente Sebastián Lerdo de Tejada, asumiendo
la presidencia de la República. Según la Constitución Mexicana, no podía permanecer en la presidencia durante dos mandatos
consecutivos por lo que tuvo que renunciar en 1880 aunque continuó en el
gobierno como secretario de Fomento. Fue reelegido en 1884 y consiguió la aprobación de una
enmienda a la Constitución que permitía la sucesión de mandatos presidenciales,
permaneciendo en el poder hasta 1911.
Durante su mandato, la economía de México se estabilizó y el país experimentó
un desarrollo económico sin precedentes: se invirtió capital extranjero en la
explotación de los recursos mineros del país; la industria minera, la textil y
otras experimentaron una gran expansión; se construyeron vías férreas y líneas
telegráficas; y el comercio exterior aumentó. Por otra parte, los inversores
extranjeros agotaron gran parte de la riqueza del país, casi todos los antiguos
terrenos comunales (ejidos) de los indígenas pasaron a manos de un pequeño grupo de
terratenientes, y se extendió la pobreza y el analfabetismo. Las
manifestaciones del descontento social fueron reprimidas duramente hasta que se
produjo la Revolución de 1911, encabezada por Francisco I. Madero. Fue obligado a
dimitir y a abandonar el país.
El 2 de julio de 1915 a la edad de 84 años
Porfirio Díaz falleció en París.